sábado, 20 de febrero de 2010

EL LADO OBSCURO DE LA EXISTENCIA
2. FORMAS DE MORIR
Saber que necesariamente hemos de morir nos enfrenta con el misterio de nuestra existencia, ¿porque vivimos intensamente y porque continuamente hacemos planes para el futuro si sabemos que todas nuestras empresas acabarán con la muerte? Pero la necesidad de la muerte no es el único misterio con el que nos enfrentamos al pensar en nuestro futuro pues aun dando por supuesto que todos tenemos que morir es evidente que se puede morir de muchas maneras y parece natural suponer que exista alguna relación entre la forma como uno vive y los proyectos que se propone y la forma como le llega la muerte. De mi infancia recuerdo unos papeles grabados con aleluyas que glosaban la vida del hombre bueno y la del malo, el bueno acababa anciano muriendo en cama pacíficamente y rodeado de los suyos mientras el malo era ajusticiado o apuñalado y moría entre atroces dolores. Y, mas poéticamente, Rilke pedía a Dios que diese a cada cual su muerte propia, la que coronaria el sentido de su vida. Pero sabemos que en la realidad no ocurre así, que aunque en algunos casos se puede suponer esta relación en la mayoría parece evidente que no existe. Pero antes de discutir este punto intentaré una descripción de la variedad de formas como nos llega la muerte a los humanos.
La clasificación será necesariamente arbitraria. No hay dos vidas humanas exactamente iguales y tampoco hay dos finales de vida idénticos de manera que lo que haré es señalar algunas características principales que sirvan para encuadrar. de manera mas menos aproximada, los casos individuales.
Un primer dato a tener en cuenta a la hora de distinguir entre diferentes formas de morir es la distancia temporal entre el momento en que el sujeto sabe con relativa certeza que va a morir y el momento en que la muerte efectivamente ocurre. Y esto puede ocurrir a su vez de diferentes maneras.

1. La muerte repentina. La muerte ocurre en forma súbita e imprevista y el sujeto no puede adoptar actitudes específicas ante ella. Un accidente de trafico o de cualquier otro tipo con consecuencias fatales, una operación quirúrgica de resultados imprevistos, una angina de pecho…. son otros tantos ejemplos de esta muerte imprevista y rápida. El sujeto no es conciente de la proximidad de la muerte o lo es durante un tiempo muy breve y el dolor también puede ser inexistente o puede ser muy agudo pero breve.
2. La muerte anunciada. El sujeto es plenamente conciente de la proximidad de su muerte. Típicamente es el caso del condenado a muerte pero es también el caso del enfermo a quien después de diferentes alternativas el médico le comunica, o él por si mismo se da cuenta, de que su muerte está próxima. El sujeto se enfrenta directamente con el sentido o con el sinsentido de su existencia y puede reaccionar de diferentes maneras, desde la aceptación a la rebelión
3. El suicidio. La proximidad de la muerte es el resultado de una decisión del propio sujeto quien es por tanto perfectamente consciente de esta proximidad. Pero las razones por las que ha tomado esta decisión pueden ser muy diversas y esto conforma una diversidad de actitudes ante la vida que se convierten en razones parar dejar de vivir.
4. La muerte en perspectiva. Hay deficiencias orgánicas y enfermedades crónicas, así el asma, la diabetes, las dolencias cardiacas e incluso enfermedades cancerosas que la medicina contemporánea permite dominar durante mucho tiempo que permiten una vida normal e independiente pero que mantienen siempre la muerte en perspectiva.
5. Invalidez y muerte. Hay déficits físicos y hay consecuencias de accidentes que dejan al indiviso inválido y por ello dependiente en mayor o menor grado de los demás. Esto puede ocurrir en plena juventud y los progresos de la medicina multiplican las posibilidades de supervivencia de las victimas de accidentes y puede ocurrir en la vejez simplemente como consecuencia de la edad, en cualquier caso es posible que el sujeto reaccione positivamente aprovechando todas las posibilidades que se le ofrecen pero también es posible que en cierto momento vea la muerte como una liberación
6. Muerte en personas con una consciencia diminuida o anulada de si mismos. Del deficiente mental profundo, del enfermo psiquiátrico, de quien sufre Alzheimer, no sabemos en que medida es consciente de su propia existencia igual como no podemos decirlo de quien está sumido en un coma profundo. Tampoco sabemos por tanto si es conciente de la proximidad de la muerte ni de como podemos influir en su actitud.

A esta relación de distintas situaciones en las que puede advenir la muerte hay que añadir todavía otros factores diferenciales de los que los principales son:
La edad de la muerte. Una cosa es la muerte que adviene cuando el sujeto está todavía en su primera infancia, capaz de experimentar dolor pero no de anticipar el futuro o de hacerlo muy vagamente y otra cosa es cuando. en una precoz adolescencia el dolor y la perspectiva de la muerte aceleran el descubrimiento de si mismo como abierto al futuro. Cuando la muerte ocurre en plena juventud su carácter absurdo abortando de raíz todos los planes para el futuro se pone brutalmente de manifiesto y cuando la muerte ocurre en la madurez de la persona el dolor es particularmente intenso por las responsabilidades que se dejan de asumir. Y aunque en la ancianidad la perspectiva de la muerte es ineludible esto no asegura que se acepte simplemente, más bien al contrario.
El acompañamiento. Y finalmente, otro dato principal a tener en cuenta es el hecho de que quien está a las puertas de la muerte se encuentre solo o esté acompañado, con una acompañamiento que a su vez puede ser muy diverso, profesional o familiar o ambas cosas a la vez, y acompañamiento que a su vez pueden comportarse también de maneras muy diversas.

Antes he dicho que la plena concordancia a que aspiraba Rilke difícilmente se cumple pero sea cual sea la forma de muerte que nos toque en suerte la descripción anterior puede ayudarnos a reflexionar y a intentar acercarla a lo que consideramos deseable. Y también puede ayudarnos a reflexionar sobre la mejor manera de ayudar a quien se encuentra en este trance.
Básicamente esta ayuda se concreta en dos puntos:
El moribundo ha de recibir los cuidados adecuados a su estado y al mismo tiempo hay que procurar reducir en toda la medida de lo posible sus dolores.
Y en la medida en que mantiene la conciencia, necesita tener la impresión de que su vida no ha sido inútil y de que a nadie le importa su desaparición y ello solo se procura con una compañía humana que le de muestras de afectividad.
En principio los dos puntos que acabo de enunciar parecen evidentes, en la práctica pueden plantear situaciones en las que las decisiones disten de ser evidentes. Quedará para otro comentario



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