viernes, 6 de marzo de 2009

Prologo a "La flecha en el blanco"

LA FLECHA EN EL BLANCO (Edit. HORSORI)
Prologo de Ll. Foix

Asomarse a la biografía de una persona que ha superado los 90 años
produce un cierto vértigo. Una existencia larga es siempre interesante y fecunda. Tanto por lo que se sabe de ella como por lo que se desconoce. Me place aceptar la oferta de Miquel Siguan para que escriba un prólogo a la selección de artículos publicados en La Vanguardia, en Avui y en la revista El Ciervo a lo largo de los últimos años.
Me recuerda el doctor Siguán que empezó a publicar regularmente sus artículos en La Vanguardia cuando era director del diario. No era consciente de ello porque Miguel Siguán ha cultivado los artículos periodísticos desde hace muchos más años, es autor de numerosos libros y una figura respetada y reconocida en el mundo de las letras, de la pedagogía y del lenguaje.
La Universidad Autónoma de Barcelona acaba de investirle doctor honoris causa, una distinción que también ha recibido de las Uiversidades de Ginebra, País Vasco y Sevilla. Miquel Siguán ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona en 1934, el año en que el president Lluís Companys proclamó el estado catalán el 6 de octubre, un
golpe contra la República que había aprobado el Estatut de Catalunya después de un tenso debate en las Cortes. Como todos los universitarios de su generación tuvo que interrumpir sus estudios al estallar la Guerra Civil. Se incorporó al ejército republicano en una unidad que agrupaba antiguos componentes de una columna anarquista, una experiencia que ha recogido en un libro La guerra a los 20 años (El Ciervo, 2004). La guerra fratricida se llevó por delante a cientos de miles de españoles y dejó al resto bajo la férula de una larga dictadura.
Tengo un gran respeto por todos aquellos españoles que supieron sobrevivir a la tragedia de la guerra sin dejar de trabajar, estudiar y formarse en aquella España que era un erial. Tanto los que fueron obligados a emprender el camino del exilio como los que se quedaron bajo la dictadura. Miquel Siguan completó sus estudios de filosofía y acabó siendo catedrático en un instituto de enseñanza media de Santander. En 1947 se trasladó a Inglaterra y en la London School of Economics entró en contacto con una nueva manera de entender la psicología industrial, entendida como psicología social del trabajo. Regresó a España, consiguió el grado de doctor y en 1951 se incorporó al recién creado Departamento de Psicología Experimental del CSIC en el que un grupo de jóvenes bajo la dirección del doctor Germain reanudaron la tradición de cultivo de la psicología empírica iniciada antes de la guerra en los Institutos psicotécnicos de Barcelona y Madrid. Fue uno de los pilares de la Escuela de Psicología de la Universidad de Madrid enseñando la psicología del trabajo. Publicó varios libros sobre temas que no eran precisamente lo que se vivía en aquella España dominada por los sindicatos verticales y la
falta de libertades.
La transformación económica y social que vivió el país a partir de los
años sesenta se tradujo en un proceso acelerado de industrialización que
provocó emigraciones masivas del mundo rural a las zonas urbanas, con los
lógicos problemas de integración y de desigualdades económicas y de oportunidades. En 1959 publicó un estudio sobre la inmigración interior en España Del campo al suburbio que tuvo una fuerte repercusión y valoró las consecuencias sociales de los planes de concentración parcelaria en Castilla. En 1962, tras aprobar las correspondientes oposiciones, fue nombrado catedrático de Psicología de la Sección de Filosofía de la Universidad de Barcelona.
Rastreando su biografía académica, es en esa época donde la trayectoria de Miquel Siguán da un giro importante que le llevaría a convertirse en uno de los más respetados expertos en el lenguaje infantil y, posteriormente, en un sereno estudioso sobre la situación del bilingüismo y sus implicaciones psicológicas y sociológicas, como se puede descubrir en su Estudi experimental del bilinguisme (1985), una temática que ha cultivado en innumerables artículos en periódicos.
Miquel Siguan es un hombre culto, cultivado, viajado y atento a los
grandes movimientos de fondo que se producen y se han producido en su
larga vida. Es una persona que ha leído todo lo que hay que leer en cuestiones filosóficas, históricas, sociales y políticas. La selección de artículos que se publican en este libro revela la extensaºcultura de este catedrático emérito que entiende de comunicación, lenguaje y escritura. Decía Teresa Pàmies en un artículo en el Avui que Miquel Siguan afronta con serenidad y rigor el falso peligro que corre el castellano en Cataluña
a raíz del Manifiesto a favor de la lengua común, firmado por intelectuales,
políticos y otras figuras hispánicas que insisten, una vez más, en que el
castellano corre peligro en los territorios peninsulares bilingües. Afirma Siguán en el citado artículo que «en el ambiente de crispación que desde hace una temporada se ha instalado en la vida pública española, parece que solo se puede hablar de la lengua en Cataluña desde posturas en las que defender una lengua implica necesariamente denigrar a los hablantes de la otra. Para alguien que desde hace años ha dedicado muchos esfuerzos a
promover la convivencia y la solidaridad entre las lenguas y se ha ganado
por ello pescozones de uno y otro lado, el panorama actual es descorazonante. Pero tampoco estoy dispuesto a cambiar de discurso».
Como hombre curtido en las letras, Miquel Siguán no es un fundamentalista de nada. Estudia la historia, habla de las tensiones sociales, de la corrupción y la democracia, de los paraísos fiscales y de la responsabilidad de los partidos políticos. Son muy interesantes sus reflexiones sobre las relaciones entre Cataluña, España y Europa en unos tiempos en los que el éxito de la Unión Europea tropieza con la falta de sintonía entre las clases dirigentes y los ciudadanos. También se recogen varios escritos sobre la inmigración, el mestizaje como futuro y el factor religioso en la Europa de hoy.
Transitar por las páginas de esta selección de artículos de Miquel Siguán es un viaje por la experiencia de un hombre que sabe relacionar el saber y que aprecia en su justa medida los grandes avances de la Humanidad de la que él ha sido un privilegiado espectador. Recuerda en uno de sus artículos que si hoy las dudas son evidentes, el desconcierto lo es más, tanto en los dirigentes democráticos occidentales, en sus respectivas sociedades, en la fragilidad de las ideas que han sustituido a valores que estaban esculpidos en las formaciones de izquierdas y de derechas. Y el libro al que este comentario sirve de prólogo termina con el siguiente párrafo: «Con esto hemos cerrado el círculo abierto con la referencia a San Agustín. La historia tiene una dirección y un sentido y este sentido es la lucha por una mañana mejor. Pero no hay momentos singulares que nos instalen en la eternidad ni instituciones detentadoras de la verdad que nos puedan marcar el camino. Solo nuestra responsabilidad por el instante presente y por nuestra situación concreta, solo nuestra solidaridad con los que sufren y con los desposeídos, solo la afirmación tenaz de la esperanza».
Miquel Siguán no es un pesimista orteguiano o spengleriano. Es un realista que aporta su pensamiento y su experiencia para dibujar el panorama social, económico, político y cultural que le ha tocado vivir y el que contempla ahora, a sus 90 años de edad. Enhorabuena, doctor Siguan, por sus aportaciones.
Lluís Foix Periodista
Barcelona, 10 de julio de 2008