viernes, 24 de agosto de 2007

FORMENTERA, MON AMOUR ( La Vanguardia 24 VIII 07)

Hace cerca de cuarenta años estuve por primera vez en Formentera y quedé prendido de su encanto. Y decidí que la lengua de arena que se extiende frente a Ses Illetes y hacia el Espalmador y el mar que se abre a ambos lados es el paraje mas hermoso del Mediterráneo, que para mi es como decir que es el paraje mas hermoso del mundo. Un arenal solitario y virgen por el que se podía andar durante horas sin encontrar a nadie. Y no es que la isla no estuviese habitada, en Formentera se conservan restos prehistóricos y romanos y fenicios y árabes y cristianos y fue solo en la edad moderna cuando barcazas de argelinos, pues Formentera está mas cerca de Argel que de Barcelona, llegaban y se escondían en la isla y al amanecer de la mañana siguiente desembarcaban en alguna cala ibicenca para llevarse un botín modesto, unos sacos de trigo, media docena de corderos, quizás, con un poco de suerte, una muchacha como todavía recuerdan las canciones populares de la isla. En aquel tiempo Formentera se despobló y solo a mediados del siglo XIX volvió a tener habitantes estables que, como en la Ibiza de donde procedían, seguían viviendo como sus antepasados muchos siglos atrás. Pero en los días en los que yo llegué llegaban también los primeros hippies. Surgido en los campus de las Universidades de California en los años de la guerra del Vietnam, del mayo francés y de la primavera de Praga, el pueblo de las flores se desplazaba siempre hacia el este, primero a Nueva York y luego, cruzando el charco, a Londres o a Amsterdam y de allí directamente a Ibiza y los mas decididos a Formentera y después de una temporada de adoraciones nocturnas a la Luna en la playa de Mitjorn seguían a Marraqueix o directamente al Nepal y a Kapmandu.¿Qué extrañas razones hicieron de Formentera un lugar de peregrinación? ¿Será verdad que en los freus entre Ibiza y Formentera está uno de los polos mágicos de nuestro planeta?Sin excluir la explicación mágica se puede suponer también que hasta las costas de California habían llegado noticias del Paraíso. Ya antes de la guerra civil habían recalado en Ibiza artistas y escritores europeos, algunos huyendo de Hitler y tal fue el caso de Erwin Bronner, el revalorizador de la arquitectura popular ibicenca pero también estuvo aquí Hausmann y Walter Benjamín y Will Faber, el herrero artesano convertido en pintor abstracto que tan honda huella dejó en nuestra pintura y que cuando llegó a Barcelona y preguntó en la Oficina de Turismo donde se podía vivir con menos dinero en España le respondieron que en Ibiza.Entre los que ya se habían instalado en Formentera cuando yo llegué por primera vez a la isla estaba Walter Monch, un prestigios romanista e historiador de la música que se instaló con mujer e hijos en lo que con el tiempo seria la mítica Fonda Pepe y su esposa vivió el naufragio del Manolito, una embarcación de vela que una vez al día hacia el trayecto Ibiza Formentera. La navegación entre las dos islas puede convertirse a ratos en muy peligrosa y con el dramático hundimiento del Manolito se acabó la historia antigua. La Joven Dolores que le sucedió ya era una embarcación a motor y hoy el trayecto del puerto de Ibiza al de la Sabina es una especie de autopista donde se exhiben todas las novedades del último Salon NáuticoEl profesor Monch en un relato autobiográfico no solo nos ha dejado amplia información sobre los extranjeros que se instalaron en la isla en aquellos años, mucho antes de que llegase la electricidad, sino que además nos ofrece una noticia altamente curiosa. August von Kotsebue (1761-1819) fue un escritor alemán de vida extremadamente agitada, buena parte de ella al servicio del zar de Rusia, y finalmente asesinado por un estudiante nacionalista alemán y al mismo tiempo un escritor extraordinariamente productivo con un centenar de obras dramáticas, buen número de libretos de operas y dramas musicales a mas de libros de viajes y relatos autobiográficos y en su tiempo gozó de una gran popularidad. Y entre su ingente producción figura un drama musical, que probablemente nunca se representó, titulado “El ermitaño de Formentera” ¿De donde pudo tener noticia Kotzebue en pleno siglo XVIII de la existencia de Formentera? ¿Y porque la única referencia que ofrece es que en la isla abundan las serpientes?Se trata de una obra barroca y moralizante que recuerda el teatro de Calderón pero con una mentalidad liberal e ilustrada, algo sorprendente en quien pasó la mayor parte de su vida al servicio de los zares. La trama es una historia de amor entre el hijo de un ermitaño formenterense y cristiano y la hija de un pirada turco y musulmán, una historia repleta de encuentros y desencuentros, casualidades y sorpresas, complicada todavía por la diferencia de religiones y los enfrentamientos consiguientes, pero el amor todo lo vence y finalmente la pareja decide casarse y cuando dudan sobre quien puede bendecir su unión el turco lo resuelve uniéndoles en nombre de Alá, ya que Dios es el mismo cualquiera que sea el nombre y el rito con que se le venere y por encima de las diferencias de raza o de situación social. O sea un canto a la fraternidad universal dos siglos antes de que llegasen los hippies con la guitarra al hombro y las cabelleras sueltasHan pasado cuarenta años desde entonces y ellos ya son solo un recuerdo en la mente de quienes les conocimos. Y yo nunca volveré a Formentera. No quiero que nada manche la imagen que guardo del lugar que para mí ha sido el más bello del mundo.PS: Dos días después de escrito este articulo me entero de que un reguero de fuel escapado de un barco hundido esta llegando a las Illetas. Que Dios nos perdone a todos.

Miquel Siguan
Catedrático emérito de la UB
msiguan@ub.edu

Frase a destacar: “¿Será verdad que en los islotes entre Ibiza y Formentera se sitúa uno de los polos mágicos de nuestro planeta?

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